Thursday, March 31, 2022

Ciencias Sociales 4 - Sesión 1

Competencia: Construye interpretaciones históricas.

Tema: La Guerra de los Siete Años

La paz de Aquisgrán no estableció ni el orden ni el equilibrio en Europa, pues continuaron las rivalidades tanto económicas como las originadas por las colonias que tan profundamente existían entre Inglaterra por una parte y Francia y España por la otra; tampoco se había solucionado la cuestión de Silesia, que Austria continuaba reclamando, ni la de Cerdeña que quería anexionarse Génova. En Suecia continuaban debatiéndose las influencias rusa y francesa y entre Rusia y Prusia aún no se habían solucionado completamente la cuestión de Polonia. Lo único que había logrado la paz de Aquisgrán había sido poner término a las hostilidades y lograr un acercamiento entre Francia e Inglaterra, cosa que era deseada por Francia mas no con la misma intensidad por Inglaterra, que seguía una política individualista y acogió con desgana la paz.

En realidad, en Europa que siguió a la paz de Aquisgrán, no cesaba de notarse en estado latente una crecida hostilidad que impedía la vuelta a un entendimiento sincero entre las potencias y que tendía inevitablemente hacia una nueva guerra general. Los siete años que separaron a la paz de Aquisgrán (1748) del desencadenamiento de la guerra de los Siete Años (1756) fueron para que todas las grandes potencias se lanzaran a una verdadera carrera de armamentos; aumentaban los pertrechos militares y se multiplicaban los recursos ofensivos y defensivos, de manera que las naciones parecían constantemente en pie de guerra y en un estado de violencia de todos contra todos. Especialmente en Austria la ansiedad era muy intensa porque la emperatriz María Teresa renunciando a la hegemonía de los Habsburgo, concibió una política que había de agrupar en sólida alianza a Francia, Rusia y Austria, siendo esta última potencia la que ejercería una indiscutible soberanía. María Teresa a fin de procurarse los medios necesarios para el sostenimiento de esta hegemonía emprendió una completa reorganización militar e introdujo en sus estados un impuesto sobre la renta, que pesaba sobre todas las clases sociales.

En Francia Luis XV se negaba a firmar esta triple alianza continental sobre la que tanto María Teresa de Austria a como Isabel de Rusia proyectaban un nuevo equilibrio europeo, pero con predominio de sus estados; en cambio, Francia se proponía mantener la paz y su posición predominante en Europa. Secretamente la nación preparaba una liga entre Sajonia y Polonia con Suecia y Turquía a la que en seguida procuraron asociar a Prusia, a fin de impedir la expansión austriaca. Pero, en este sistema planeado por Luis XV tan solo Prusia significaba una potencia poderosa, pues los demás estados política y militarmente eran decadentes. El proyecto de Luis XV debía chocar también con la política personal de Jorge II, que a pesar de haber firmado la paz de Aquisgrán no renunciaba a sus ambiciones dinásticas y tal vez un nuevo conflicto le daría la posibilidad de imponerse como árbitro en el continente. El plan que concibió hacía caer todo el peso de la guerra sobre Austria, lo que motivó que María Teresa pusiera fin a la amistad anglo-austriaca. Por otro lado, el plan de Jorge II equivalía a la financiación de Inglaterra cosa a la que se opuso el parlamento y el gobierno inglés, que se volvió hacia Isabel de Rusia, con la que firmaron un tratado por el que esta potencia ponía a disposición de Inglaterra 55 000 hombres si se veía arrastrada a una guerra continental, y a cambio Inglaterra pagaba 5000 000 libras y un subsidio anual de otras 100 000.


A partir de aquel momento las relaciones entre Inglaterra y Francia se hacían cada vez más tirantes y tanto en el Continente como en las colonias inglesas de América había una opinión favorable a la guerra, y por ello se reanudó bruscamente entre las colonias de América y el Canadá.

Ante este hecho, Luis XV, que quería permanecer en su política de paz, insistió en negociar la solución, pero su gesto, que fue interpretado como una prueba de debilidad francesa, incitó los ánimos a la guerra, y ya meses más tarde los ingleses daban la orden de apresar a todo buque francés, sistema por el que fueron capturados más de 300 barcos, y como el último ultimátum enviado por Luis XV a Inglaterra en señal de protesta fuera rechazado, se declaró el estado de guerra (1755). Prusia, para evitar quedar aprisionada entre Inglaterra por una parte y Austria y Rusia por otra, procuró reforzar sus lazos con Luis XV. Sin embargo, no se negó a entrar en negociaciones con Inglaterra, preparándose para un cambio de alianzas (Tratado de Whitehall, 1756). Las consecuencias diplomáticas de este acuerdo fueron fatales para Francia, puesto que el resto de sus aliados no podían ayudarle. En tal situación no le quedaba más solución que aceptar la ayuda de Austria, con la cual selló en mayo de 1756 (Tratado de Versalles) una alianza por la que ambas monarquías se garantizaban la integridad de sus territorios. Poco después Rusia, considerando improcedentes la actuación de Prusia se adhirió a Francia y Austria para garantizar el equilibrio de Europa. A la alianza franco-austro – ruso se añadían los Borbones de España y Sicilia y además Polonia.

Inglaterra, ayudando monetariamente a Prusia, conseguía que esta nación poseyera los ejércitos más poderosos de Europa, pues el objetivo de Inglaterra era hacer a Prusia la encargada de agotar a Francia en el continente mientras que ella se proponía conquistar las colonias francesas.

Así estaban las cosas en 1756. La guerra a pesar de la intensa tensión reinante, no estaba declarada y fue la acción agresora de Prusia lo que inició las hostilidades. En agosto de 1756 Federico II, sin previa declaración de guerra, invadió Sajonia, y, ocupado Dresde, obligó al ejército sajón a capitular e incorporar a sus soldados a los ejércitos prusianos, con lo cual violaba todas las normas de combate que prevalecían en Europa desde el Renacimiento.

En 1757 invadió Bohemia y amenazó la propia capital, pero ya empezaba a ponerse en juego la alianza austro-ruso-francesa que en seguida paró los pies al monarca de Prusia, quien derrotado en Kollin, hubo de resistir la embestida de los aliados en Hannover, Prusia Oriental y Silesia, y solo la ayuda inglesa pudo salvarle del inminente desastre. A pesar de todo, la situación de Prusia continuaba siendo de suma gravedad, pues aunque Francia no parecía tener un manifiesto interés por la lucha, Rusia y Austria estaban en amenazadora actitud; en agosto de 1759 Federico II experimentó la hiel de la derrota en Kunersdoy que redujo sus actividades adefender sus devastados territorios.

En realidad comenzaban dos guerras distintas; una por la hegemonía continental europea, y otra por el dominio de los mares, que a toda costa Inglaterra quería poseer. Por eso Francia se vio obligada a sostener una doble lucha en el mar y en el continente. La guerra de los Siete Años presentó un carácter diferente a las contiendas anteriores. Francia ya no luchaba por su hegemonía absoluta, sino por la conjunta de las casas de Borbón y Habsburgo; la derrota de Inglaterra significaría la victoria contra el parlamentarismo, el triunfo de la autoridad dinástica y de la monarquía de derecho divino. En un principio el esfuerzo de Francia fue enorme, pero tras los éxitos de su flota en el Mediterráneo se apartó de la lucha naval para aplicarse a reducir la influencia inglesa en el continente.

En 1758 el abate Bernis se dio cuenta del desgaste que para Francia suponía el concentrar todas sus fuerzas en el continente y de que la verdadera guerra para su nación era la marítima. A pesar de ello la suerte ya estaba echada desde que la escuadra francesa fue destruida en Quiberón.

En el Canadá también eran aplastados por la superioridad de los adversarios, lo mismo que ocurría en la India. Era preciso capitular. El duque de Choiseul quiso llegar a una paz ventajosa, aprovechando la difícil situación de Federico II; pero ni Austria ni Rusia se mostraron conformes con sus decisiones. Entonces Choiseul logró que España entrara en la contienda (Tercer Pacto de Familia, 1761), triste decisión de Carlos III, que sirvió para perder la Florida, La Habana y Manila.

El arreglo se exigía con premura. Quedaba Prusia que luchaba desesperadamente para defender sus fronteras. Dos hechos acaecidos en breve intervalo de tiempo vinieron a deshacer el viejo tinglado de las alianzas y salvar finalmente a Federico II. En 1760 moría Jorge II y el advenimiento de su nieto Jorge III y la caída de Guillermo Pit, significó el fin de la ayuda inglesa a Prusia. Pero este hecho fue compensado por la muerte de la zarina Isabel (1762) y el advenimiento de Pedro III partidario de Prusia, lo que trastocó las alianzas y salvó a Federico II en vísperas de sucumbir.


Federico II

La deserción de Rusia fue definitiva. Inmediatamente Francia firmaba con Inglaterra los tratados de Fontainebleau (1762) y los de París y Hubertburgo (1763) que ponían fin a las guerras de Francia y Austria contra Prusia.

De esta manera, la guerra no había obtenido los fines propuestos y, en último extremo, era Francia quien salía más perjudicada. Por el contrario, Inglaterra saldría gananciosa sin haber expuesto por su parte gran cosa.

El equilibrio europeo, pretendido por Inglaterra, se había conseguido gracias a los vaivenes y circunstancias arriba apuntados, aunque los signos no fueran los mismos.

El tratado de Paris confirmó el hundimiento del imperio colonial francés: En América, Francia cedía a Inglaterra el Canadá, todos los territorios situados a la izquierda del Mississippi y una parte de las Antillas; en la India renunciaba a todas sus posesiones, excepto Pondicherry, Chandernagor, Karikal, Yanaón y Mahe; en África perdía las factorías de Senegal; además cedía la Luisiana a España. Tan solo le quedaban las Antillas de lo que fue su magnífico imperio.

Prusia continuó con la posesión de Silesia y se ratificó como gran potencia europea. La ruptura de Francia con Inglaterra le conducía a un desastre total. Inglaterra adquiría el dominio indiscutible de los mares y un nuevo orden se traslucía en el mundo: el dominio británico.

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Wednesday, March 30, 2022

Ciencias Sociales 3 - Sesión 1

 

Competencia: Construye interpretaciones históricas.

Tema: La monarquía hispánica, los Reyes Católicos.

La segunda mitad del siglo XV se caracteriza en España por la existencia de disgregadoras luchas, así en el aspecto social como en el político. En Cataluña se había acogido con desgana la política expansiva de Alfonso V, que no había solucionado el grave problema de los “payeses de remensa” en el campo ni el de las clases bajas de las ciudades. El fuego ya había empezado a arder y el sucesor de Alfonso V, Juan II, no bastó para apagar aquella acción catalana que correspondía a un ejercicio de la soberanía nacional poco común en el siglo XV. Por fin el pueblo hubo de rendirse al ejército real, pero salió de la lucha bastante perjudicado y arruinada su prosperidad por varias generaciones.

También en Castilla la nobleza andaba por la senda de la abierta rebeldía. Se acusaba al rey de no ser legítima su hija, Juana la Beltraneja, y su país durante tres años fue presa de luchas que lograron, remedando el ejemplo de los catalanes, destituir al monarca en Ávila (1465) y proclamar rey a su hermanastro don Alfonso.

Tal era el poco halagüeño panorama peninsular cuando tuvo lugar la institución de la monarquía peninsular cuando tuvo lugar la institución de la monarquía mancomunada de los Reyes Católicos: don Fernando de Aragón y doña Isabel de Castilla.



Isabel había nacido en 1451 en Madrigal de las Altas Torres (Ávila), y los primeros años de su vida transcurrieron tristes en Arévalo al lado de su madre. Pronto el monarca reinante, Enrique IV, su hermano, la trajo, junto con su hermano menor Alfonso, a la corte de Segovia, donde iba a ser una importante pieza en el juego de la política. El ambiente de la corte de Enrique IV, que se hacía famosa por la depravación de costumbres tanto del rey como de su esposa, ahogaban a Isabel y fueron el principal motivo de que se formara su recia voluntad, su carácter austero y tenaz, y el que viera como una liberación la proclamación de don Alfonso como rey de Castilla. La entrada del pretendiente a la corona de Segovia (1465) fue para Isabel augurio de prometedoras esperanzas, pero por mala fortuna en 1467 moría don Alfonso. A partir de entonces, todo el partido enemigo de la Beltraneja, de la que decían no era hija de Enrique IV, apoyó la proclamación de Isabel como reina, primer hecho que puso de manifiesto la prudencia y tacto de Isabel que, desde el convento de Santa Ana, en Ávila, se negó, pero invocando la herencia de Castilla. El rey hubo de aceptar los hechos consumados y concertó con su hermana el Tratado de los Toros de Guisando (1466) por el que se reconocía a Isabel como heredera de Castilla. Se estipulaba que no se le impondría un matrimonio en contra de su voluntad y que, a su vez, éste tampoco podría efectuarse sin el consentimiento de su hermano. Por este lado surgió el primer problema, porque Enrique IV trabajaba en pro de una doble boda: la de Isabel con Alfonso V de Portugal y la de Juan, príncipe portugués, con la Beltraneja, mientras que, por otro lado, los adictos a Isabel concertaban su boda con el príncipe heredero de Aragón, Fernando. Isabel dudaba por qué partido inclinarse, cuando, enterada de que Luis XI enviaba una embajada con el intento de casarla con el duque de Guyena, se decidió por el aragonés. Fernando entonces partió para Castilla disfrazado de mozo de mulas, al tiempo que Isabel marchaba a Valladolid. El 19 de octubre de 1469 los dos jóvenes celebraron matrimonio secreto, y a pesar de que Enrique IV montara en cólera y volviera a nombrar heredera a Juana la Beltraneja, eran ya muy pocos sus partidarios. En 1474 Isabel era aclamada en Segovia, hecho que provocó una enojosa polémica con su esposo Fernando de Aragón (1452-1516).

Fernando era hijo de Juan II de Aragón y de Juana Enríquez. Su infancia fue muy accidentada, pues había sido llevado por su madre a Barcelona para obtener el juramento de fidelidad de los catalanes cuando estalló la gran rebelión en el principado. Se formó en la lucha, apuesto, inteligente y valeroso, siendo la diplomacia y la astucia cualidades relevantes en él. Todos los castellanos partidarios de Isabel tenían puestas en él sus esperanzas y por ello inmediatamente después de su secreto matrimonio con Isabel intentó formar un partido en Castilla, pues toda la simpatía del pueblo estaba a su favor. Cuando murió Enrique IV en 1474 Fernando se encontraba en Aragón tratando de obtener de las Cortes apoyo económico para su causa, y allí tuvo la noticia de que Isabel había sido aclamada en Segovia. Rápidamente se dirigió a Castilla, pues exigía ser tenido como propietario de la corona, ya que era el pariente varón más próximo del difunto Enrique IV. Fue una época peligrosa en la que el matrimonio estuvo a punto de disolverse hasta que tuvo lugar la concordia de Segovia (1475), de la que sus cláusulas más importantes se referían a la administración de la justicia, mancomunada cuando estuviesen juntos e independientemente cuando separados; por tanto, quedaba estipulada la igualdad de derechos para ambos cónyuges.

La obra de los dos monarcas abarcó multiplicidad de aspectos y en todos ellos fue ingente, pues a la par que los resonantes triunfos en América y en Italia, destaca su labor en pro de la reforma estatal que, en sus líneas maestras, quedó instituida para más de dos siglos.

Para lograr el equilibrio y la paz interiores los Reyes Católicos respetaron las características políticas de los distintos reinos, que integraban su corona pues la unificación absoluta no tuvo lugar más que en el ápice del gobierno, pero la influencia de una corte unida se hizo sentir tanto en la política internacional y religiosa de España, como en muchos aspectos de la vida de los reinos unidos bajo su mando. En cada reino la centralización se llevó a cabo mediante la creación de Consejos adecuados, que actuaron sobre todo velando por el cumplimiento de la justicia, la pureza de la religión, el respeto a la ley y el incremento mercantil y económico del país.

En Castilla Isabel procedió a una serie de obras nuevas: se incorporaron a la corona las órdenes militares; se abrieron muchos privilegios y mercedes; se creó el Consejo de Castilla y un ejército permanente. Sin embargo, las reformas alcanzaron principalmente a la Iglesia ya que Isabel, que veía en ella un instrumento de mando quería tenerla bajo sus manos y por ello obtuvo del papa Sixto IV la autorización para el restablecimiento de la Inquisición, que alcanzó fuerza extraordinaria cuando fue designado inquisidor general fray Tomás de Torquemada, que emprendió una violenta campaña contra los judíos, que culminó en 1492 en que se dictó una orden de expulsión contra los hebreos. La reina trabajó intensamente para la conversión al catolicismo de todos los musulmanes que aún residían en la península, y para ello encontró un ardiente colaborador: el fraile franciscano Francisco Jiménez de Cisneros, que fue nombrado arzobispo de Toledo y que se encargó personalmente de la conversión; pero su celo fue tan excesivo que colmó el descontento por doquier, y el resultado final fue una tremenda insurrección de los musulmanes de las Apujarras. La guerra duró un año y la capitulación que se les otorgó les colocaba en la disyuntiva de convertirse o abandonar Castilla, medida que un año más tarde se extendió a todos los mudéjares que vivían en el reino.

La empresa que más absorbió los desvelos de Fernando fue la conquista de Granada, anhelo que iba retrasándose año tras año, y que culminó brillante y favorablemente en 1492 (el mismo año del descubrimiento de América) en que hubieron de rendirse los moros más exaltados, refugiados en la ciudad de Granada, acuciados por el estrecho cerco que se les tendía.

En Cataluña Fernando zanjó la difícil situación de los “payeses de remensa” que habían causado una tremenda guerra civil. En 1486 dictó la sentencia de Guadalupe declarando abolidos los malos usos y libres los remensas a cambio de ciertas compensaciones económicas.

El monarca aragonés inauguró en España una política moderna, lanzándose a grandes empresas internacionales y utilizando a sus hijos como medio para asentar lazos matrimoniales con las familias más poderosas de Europa, preparando a España para el destino histórico que había de ocupar en los tiempos de Carlos I y Felipe II.

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Tuesday, March 29, 2022

Ciencias Sociales 2 - Sesión 1

Competencia: Construye interpretaciones históricas.

Tema: Edad Media

Saqueo de Roma

Durante casi todo el siglo IV el Imperio romano sufrió la permanencia de las invasiones principalmente en las fronteras del Rin, Danubio y el Ilírico, donde ya los visigodos vivían en calidad de federados durante el reinado de Teodosio.

Mapa de la provincia romana de Ilírico

En el mismo año de su muerte, los visigodos, al mando de Alarico, se adentraron en la península de los Balcanes y penetraron en Grecia donde se entregaron toda clase de desmanes. El Imperio de Oriente no parecía interesarse; la única intervención contra el imperio creciente de los bárbaros vino de Occidente. Estilicón, general en jefe de Occidente cercó a Alarico en las proximidades del monte Foloé. La victoria fue de los romanos, pero no sacaron el partido debido a su éxito, pues Alarico fue nombrado maestro de la milicia en el Ilírico oriental. Por el momento Alarico permaneció pasivo, pero en 401 invadió el norte de Italia en donde de nuevo fue vencido por Estilicón.

Un fuerte ejército de germanos – burgundos, suevos, vándalos, alanos -, atacaron la frontera del Rin, que debían defender los francos en calidad de federados (405). Ante el número del ejército invasor fueron impotentes y Maguncia y Colonia fueron devastadas… Durante dos años los germanos, a excepción de los burgundos, asolaron la Galia y pasaron a España (409).

Pese a la gravedad, el imperio no había podido acudir en ayuda de sus hostigadas provincias occidentales. Dos hechos capitales se sucedían en Roma: la muerte de Estilicón (408), y, consecuencia directa de ella, la vuelta a escena de Alarico que se encaminó hacia Roma. NO había ningún ejército para salirle al paso; pero la ciudad poseía medios de defensa y Alarico se contentó, para volver a retirarse hacia el Norte, con imponerles un fuerte rescate; pero como a más de ello pidiera el derecho a instalar a los suyos en la Panonia y Honorio se negará, Alarico reapareció ante Roma. Dueño del acceso al mar redujo a la ciudad al hambre y, sin duda gracias a la traición, pudo entrar en ella (410). Entonces se dijo que el acceso fue facilitado por Faltonia Proba, movida a compasión por los habitantes de Roma, que se veían reducidos a devorarse mutuamente. Alarico permitió el pillaje a sus huestes con la condición de respetar la vida de los hombres y el honor de las mujeres, pero ello distó mucho de ser la norma del saqueo. La barbarie apenas respetó nada y fueron muchos los romanos que huyeron al África, Egipto y hasta Palestina, para huir de tanta calamidad. El saqueo y la toma de Roma por los bárbaros produjo en todo el imperio honda impresión. Alarico se dirigió hacia el Sur para pasar a la rica provincia de África, pero sucumbió en el camino. Le sucedió su cuñado Ataúlfo que, carente de embarcaciones para cruzar el África, se dirigió de nuevo hacia el Norte y se instaló en Narbona donde contrajo matrimonio con Gala Placidia, hermana de Honorio.

Prácticamente el Imperio de Occidente ya había desaparecido, pues el medio siglo que le quedaba de existencia transcurriría en plena crisis en la que la Iglesia se aprestaría para mantener en Occidente la unidad que ya el poder imperial no era capaz de salvar.

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Monday, March 28, 2022

Ciencias Sociales 1 - Sesión 1

Competencia: Construye interpretaciones históricas.

Unidad: El Mundo en la antigüedad

Tema: La Cultura Mesopotamia 


El código de Hammurabi

La ciudad de Babilonia comenzó a destacar cuando decae la ciudad de Ur, la cual fue invadida por los ejércitos de la ciudad de Mari. Estos invasores no fueron bárbaros como los casitas, sino que se incorporaron a la cultura sumerioacadia y quisieron restablecer la unidad del imperio de Ur, beneficiando con ello, sin embargo, el norte del país de donde ellos procedían.


Entonces es cuando se originó una lucha entre las ciudades amoritas de Lasa, Isin y Babilonia, que se disputaron el poder. Al mismo tiempo, la corte elamita de Susa protegió a la decadente Sumer, que había sido el gran centro de la civilización sumerioacadia, ante el auge que iba adquiriendo la ciudad de Babilonia. Ésta había alcanzado un gran desarrollo económico, con su rey Hammurabi, gracias a los sistemas de riego practicados en las riberas del golfo Pérsico.

En la lucha por el poder parecía inclinarse la victoria por el monarca Rimsin, soberano de Lasa, pero Babilonia, con su rey Hammurabi, fue la llamada a continuar la tradición histórica de la civilización mesopotámica, realizando una obra inmensa de unificación.

Hammurabi consagró su largo reinado (2003 – 1916 antes de cristo aproximadamente) a obras de paz para eternizar su memoria y la de los dioses, de quienes recibía su poder. Es interesante considerar este carácter divino que adquirió la monarquía, del que hasta entonces había carecido, porque con su poder absolutista se libraría de la tutela del dios Enlil, de Nipur, para implantar el culto de la divinidad popular de Babilonia, Marduk. Esta centralización del poder real, al propio tiempo que la sincretizarían del culto, es lo que justificó el poder del rey como derivado del dios y lo que le permitió llevar a cabo la verdadera unificación del país.

Hammurabi estableció el acadio como lengua oficial del país y el sumerio quedó relegado a lengua del culto. Dictó las mismas leyes para el Norte que para el Sur, abolió la esclavitud y efectuó el reparto de tierras. La obra social y administrativa de Hammurabi se halla compilada en su célebre Código, resumen de las leyes sumerias de Shulgi y del señorial régimen de Accad, que fue durante más de diez siglos el régimen jurídico del comercio internacional del Próximo Oriente.

En el Código quedaban fijados todos los contratos, la renta, el préstamo, la caución, etc. Estaba fijado también el interés a que debía devolverse una cantidad prestada, siendo el Estado el que prestaba a un interés más bajo. Se dictaron leyes para la regulación del contrato de trabajo, viniendo obligado el patrono a conceder al obrero tres días libres y pagaderos cada mes. Los templos, dada la gran cantidad de riquezas que poseían, hacían las veces de bancos, estando obligados a conceder créditos gratuitos a los enfermos y a los deudores para permitirles escapar de la servidumbre por deudas.

La compilación jurídica de Hammurabi no tiene para en la antigüedad y constituyó la base del Derecho hasta llegar al Imperio romano.


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Sunday, March 20, 2022

Sean bienvenidos estimados estudiantes

El día de hoy 20 de marzo del 2022 - es un día domingo - estoy haciendo mis sesiones para mañana comenzar con el primer grupo de estudiantes, es muy emocionante saber que volveré a ver presencialmente a los estudiantes del Toribio Rodríguez de Mendoza, volver a las aulas me ha puesto un poco nervioso, puesto que mi trabajo en los dos últimos años fue virtual, a través de WhatssApp y en pocas ocasiones usando el Zoom, sobre todo para las reuniones con los colegas. 

Queridos estudiantes ahora trabajaremos con este nuevo blog, https://ccssarias2.blogspot.com/, aquí les dejaré las actividades que deberán trabajar cada semana en que no asisten a clases. Espero les sea útil para seguir aprendiendo sobre las Ciencias Sociales, sean bienvenidos.






Wednesday, March 9, 2022

Proyecto Educativo Institucional

De acuerdo con la Ley N.° 28044, Ley General de Educación y su Reglamento1 , el PEI es un instrumento que orienta la gestión de la institución educativa. Específicamente, se trata de un instrumento de planificación a mediano plazo que brinda orientaciones para la elaboración de otros documentos de gestión como el Plan Anual de Trabajo (PAT), el Proyecto Curricular de la Institución Educativa (PCI) y el Reglamento Interno (RI).