Monday, April 11, 2022

Ciencias Sociales 1 - Sem 2

Tema: La unificación de Egipto

Competencia: Construye interpretaciones históricas

Egipto es una tierra completamente distinta a las restantes del orbe. Un país sin lluvias estrechamente confinado a las riberas del Nilo; un país de contrastes entre las fértiles tierras negras de sus orillas y las rojas de sus desiertos, cuyo extremo marca el límite a que pueden llegar las aguas del Nilo. En los valles próximos al río se percibe el bullicio y fecundidad de la vida, pero al extender la vista a las colinas de piedra arenisca se nos ofrece un país desolado en el que todo germen de vida es imposible.

Mapa del recorrido del río Nilo
No es éste el único contraste. El antiguo Egipto nombraba a su país como el de “Las Dos Tierras”, que expresaba la realidad geográfica de dos regiones dispares. Al sur, la larga y estrecha cuña del Alto Egipto, siempre al alcance del Nilo; al Norte, el ancho delta del Bajo Egipto, con amplias extensiones y llanuras que se pierden de vista.
En este país, fértil e inhóspito, se desarrolló la cuna de nuestra civilización. Allí el primitivo egipcio, que perpetuó sus recuerdos por medio de una escritura pictográfica, origen de la geroglífica posterior, funda los rudimentos de un Estado y de un sistema religioso base del gran desarrollo que luego tuvo lugar.

Encontramos allí al hombre que no ha introducido aún los sistemas de riego, concentrado en las márgenes del río, vinculado a sus pequeños campos, condicionada su manera de vivir a la periodicidad de las inundaciones del Nilo, que puntual a su cita, realiza su trabajo vivificador, mientras sus botes recorren el Nilo y se adentran en el Gran Mar Verde. Este hombre, físicamente, no era un gigante; delgado, robusto, con la cabeza alargada y la cara oval. Sus vestiduras eran de lino y se pintaba los ojos, preferentemente de verde. La primitiva cabaña se habís sustituido por una casa rectangular de adobes.

Vivía agrupado en demarcaciones llamadas spat, algo así como el nomo griego, cada una de las cuales poseía su capital, nut, que era a la vez la fortaleza donde se levantaba el palacio del monarca y el santuario del dios.

Así encontramos establecidos a lo largo del Nilo los diversos nomos que en la época inmediata a la “unificación” se habían enriquecido por el comercio en el Mediterráneo. Fruto de esta actividad comercial fu eel engrandecimiento de varias ciudades del delta, tales como Sais, Buto y Letópolis, centro, esta última, del famoso santuario de Hierápolis. Los reyes de la ciudad de Buto dictaron una serie de principios que señalaron la partida de la evolución egipcia.

En el alto valle del Nilo, donde la nobleza señorial era muy poderosa, porque ejercía su poder en la ruta del oro de Nubia, se habían establecido mercaderes del Norte que apoyaron la formación de una monarquía unificada, primero en Koptos y luego en Nekheh. Estos monarcas apoyaron a los del delta cuando éstos se vieron amenazados por invasiones asiáticas y el país caís en manos extranjeras. Es entonces cuando el mitológico rey Menes une “Las Dos tierras”, la “corona blanca” del Sur y la “corona roja” del Norte; apoya a los monarcas del delta, pero al mismo tiempo se constituye en su conquistador. Como tal aparece en el santuario de Horus.

El faraón

Podrían haber sucedido así los hechos, pero de Menes no sabemos si fue una figura histórica o el fruto de leyendas posteriores, como tampoco sabemos si la unificación fue el producto de un solo hombre o del esfuerzo de varias generaciones.

El rey así instituido desempeñaba un papel difícil. Afirmaba que él, faraón, era de naturaleza distinta a la humana, era un dios que gobernaba a los hombres. De ello tendría que apoyarse la doctrina central egipcia. Una vez lograda la aceptación de esta creencia, sobrevendría la verdadera “unificación”, y habremos de llegar a la tercer o cuarta dinastía para que el Estado se muestre de una manera verdaderamente egipcia.

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