Monday, April 25, 2022

Ciencias Sociales 1 - Sem 3

Tema: Los hititas

Competencia: Construye interpretaciones históricas

Fuente: Historia Universal de Planeta Deagostini

En la historia del Oriente antiguo la transición del III al II milenio antes de Cristo viene caracterizada por la invasión de un nuevo grupo de pueblos, procedente de una región difícil de definir (incluso en la actualidad), pero comprendida, con una aproximación bastante exacta, entre la meseta de Pamir y las estepas de Europa centro oriental.

El nombre de indoeuropeos con el que se designan a estos pueblos no se refiere a su unidad étnica, sino al hecho de que hablaban idiomas comunes derivados de un único tronco lingüístico original. Los pueblos prehistóricos de la lengua indoeuropea constituían, probablemente, un vasto grupo de tribus que tenían en común, aparte de la lengua, determinadas estructuras económicas, sociales y religiosas. Se dedicaban al pastoreo y a la ganadería (en particular del callo), y de forma ocasional practicaban el cultivo de cereales. Organizados en tres clases sociales – sacerdotes, guerreros y campesinos – tenían en común el culto de los antepasados.

Si resulta difícil precisar las características de estas gentes, es casi imposible reconstituir sus migraciones en época prehistórica. Se considera que las corrientes migratorias siguieron dos direcciones principales: una se dirigió hacia el Sudeste y pobló el subcontinente indio, mientras que la otra avanzó hacia el Sudoeste, fraccionándose luego en diversos ramales que alcanzaron Asia Menor y la península de los Balcanes. Es imposible determinar cuándo sucedió esto, pero, en cualquier caso sabemos con certeza que, entre fines del III milenio a. C. y comienzos del siguiente, grupos numerosos de indoeuropeos se hallaban establecidos en Asia Menor, la meseta de Irán, la península de los Balcanes, la llanura de Rusia meridional y el valle del Danubio.

ESQUEMA HISTÓRICO



Los primeros grupos indoeuropeos que actuaron como fuerza política en la historia del Oriente antiguo fueron los que, de la ciudad de Hattusas (o Hatti), tomaron el nombre de hititas (o hetitas, o Khatti). Hattusas, cuyas ruinas se han localizado en las proximidades de Bogazkoy, Anatolia central, ya existía cuando llegaron los hititas. Como toda la región, estaba habitada por pueblos indígenas dominados por reducidas minorías indoeuropeas que, probablemente, se infiltraron por el Este.

Estos antiguos pueblos anatolios se designan con el nombre de protohititas. A comienzos del II milenio a.C., uno de sus reyes, Pithana, se hizo con el control político de la región comprendida entre el río Halys y el lago Tatta (actual Tuz Gölü). El hijo de este monarca, Anitta, llevó los límites de sus dominos hasta anexionarse Hattusas, y se proclamó “Gran Rey”, dando comienzo al Imperio Antiguo. La política expansionista la continuareon los descendientes de Anitta, que superaron el Tauro y se extendieron hacia Siria. Hattusil I se apoderó de Alepo, y Mursil I, su nieto, invadió Mesopotamia y asedió y destruyó Babilonia. A su regreso, el rey hitita fue asesinado por un pariente, y con este magnicidio se inició una larga y oscura sucesión de agitaciones internas.

La crisis, determinada asimismo por las inciertas normas de sucesión al trono, fue resuelta por el rey Telepinu, que estableció reglas precisas. Este soberano firmó un tratado con el rey de Kizzuvatna, región de Asia Menor muy importante para las comunicaciones con la Alta Siria y Mesopotamia. Telepinu es considerado como el último monarca del Imperio Antiguo. Luego siguió un período incierto y oscuro (20 o 60 años, según las diversas cronologías). En esta fase se concretó el esfuerzo hegemónico de los hurritas de Mitanni. Solo hacia 1420 a. C. se reanuda una documentación histórica, que sigue de forma continuada los acontecimientos hasta 1200 a. C., cuando el poderío hitita desaparece de la historia. A esta segunda etapa se le llama Imperio Nuevo.

A comienzos del Imperio Nuevo, los hititas cosecharon una serie de fracasos frente a Mitanni. La situación se invirtió cuando accedió al trono Supiluliuma (1380 – 1346 a.C.), el rey más importante de la historia hitita. Su primer objetivo fue debilitar y aislar a Mitanni, que desde siempre había constituido una amenaza para la seguridad del Estado hitita, y un obstáculo para su expansión económica y política. Triunfó en su intento explotando las discordias internas de los hurritas, y tejiendo una tupida red de alianzas con los pueblos asentados en torno a Mitanni. Al mismo tiempo, sometió Alepo, derrotó a las topas de la ciudad de Kadesh y extendió su influencia a Ugarit, hasta entonces en la esfera de los intereses egipcios.

En los veinte años que siguieron , Suppiluliuma se ocupó, sobre todo de Anatolia. El reino hitita se vio notablemente consolidado y engrandecido con la incorporación del territorio de los kaskas, salteadores del Norte, tradicionalmente enemigos de los hititas. Pacificada Anatolia, el soberarno fue reclamado en Siria por los acontecimientos que siguieron a la muerte de Tusratta, rey de Mitanni. Aprovechando el desorden en que había caído el país, Suppiluliuma colocó en el trono a un rey de su agrado, Mattiwaza, asegurándose de este modo la alianza de los hurritas. Conquistada más tarde Karkemish, nombró rey a su hijo Biyassil, constituyendo allí un baluarte contra el poder asirio. A otro de sus hijos confió el gobierno de Alepo, para salvaguardar las fronteras con Egipto. Precisamente de este país, y como demostración del prestigio que gozaban los hititas, llegó la propuesta de matrimonio entre un hijo de Suppiluliuma y la viuda del faraón Tutankhamón.

Con los sucesores de Suppiluliuma, entre los que no faltaron soberanos de notable relieve, coo Murissl II y Muwatalli, comenzó para el imperio hitita un lento pero progresivo declinar. Las causas de la decadencia no están del todo claras, pero pueden achacarse a las continuas rebeliones de los Estados vasallos, en particular de los belicosos kaskas en el Norte, y de los asirios en el Sudeste. Otro factor sería el desgaste provocado por el conflicto con Egipto debido al predominio sobre Siria y Palestina. También las crisis dinásticas y las luchas por la sucesión debieron de contribuir a restar prestigio y autoridad al poder central.

Mursil II, hijo de Suppiluliuma, además de audaz estratega, fue un hábil político que, conjurada la amenaza de los kaskas rebeldes, dio al país un período de prosperidad y estableció buenas relaciones con los aqueos, pueblo recién asentado en las costas occidentales de Anatolia.

El nombre de Muwatalli está vinculado al nuevo rumbo que tomó la historia hitita a la muerte de Mursil, determinado opr la gran batalla de Kadesh a orillas del Orontes (1296 a. C.), en que se resolvió el conflicto con los egipcios de Seti I y Ramsés II. Celebrado por Ramsés como una gran victoria egipcia, el encuentro dejó inalteradas, en realidad, las fronteras y zonads de influencia de ambos contendientes. En este período irrumpieron en aquella región los primeros contingentes de “puoeblos del mar”. Muwatalli acaso comprendió el peligro y trató de controlar la situación. Para ello se colocó a la cabeza de las vanguardias invasoras y las guió a Siria, para dirigirlas finalmente hacia Egipto. También los egipcios intuyeron la amenaza y se pusieron a la defensiva, considerando la propuesta de un tratado de paz presentada por Hattusil III en 1278 a. C. Desde entonces la paz fue respetada, y en 1266 a. C. Ramsés II tomó por esposa a una hija de Hattusil. Pero el fin del poderío hitita estaba próximo. Tras el pacífico reinado de Tudhaliya IV, sucesor de Hattusil, la situación se agravó rápidamente porque los “pueblos del mar” penetraron en Asia Menos, poniendo fin al imperio hitita hacia 1200 a. C.

Los pueblos del mar es la denominación con la que se conoce a un grupo de pueblos de la Edad del Bronce que migraron hacia Oriente Próximo durante el 1200 a. C. Navegaban por la costa oriental del Mediterráneo y atacaron Egipto durante la dinastía XIX y especialmente en el año octavo del reinado de Ramsés III, de la dinastía XX.

Algunos estudiosos los hacen responsables del hundimiento de la civilización micénica y del Imperio hitita, a finales del siglo XIII a. C., dando lugar al comienzo de la Edad Oscura, pero esta hipótesis es controvertida.

Existen escasos documentos sobre quiénes eran los pueblos del mar, dónde y cómo actuaron. Por otro lado, los antiguos textos suelen narrar la historia parcialmente. La arqueología ayuda a comprender situaciones que pueden contradecir a los textos, pero los datos de las excavaciones son escasos en este sentido.

 

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