Tema: Los hititas
Competencia: Construye interpretaciones históricas
Fuente: Historia Universal de Planeta Deagostini
En la historia del Oriente antiguo la transición del III al II milenio
antes de Cristo viene caracterizada por la invasión de un nuevo grupo de
pueblos, procedente de una región difícil de definir (incluso en la
actualidad), pero comprendida, con una aproximación bastante exacta, entre la
meseta de Pamir y las estepas de Europa centro oriental.
El nombre de indoeuropeos con el que se designan a estos pueblos no se
refiere a su unidad étnica, sino al hecho de que hablaban idiomas comunes
derivados de un único tronco lingüístico original. Los pueblos prehistóricos de
la lengua indoeuropea constituían, probablemente, un vasto grupo de tribus que
tenían en común, aparte de la lengua, determinadas estructuras económicas,
sociales y religiosas. Se dedicaban al pastoreo y a la ganadería (en particular
del callo), y de forma ocasional practicaban el cultivo de cereales.
Organizados en tres clases sociales – sacerdotes, guerreros y campesinos –
tenían en común el culto de los antepasados.
Si resulta difícil precisar las características de estas gentes, es casi
imposible reconstituir sus migraciones en época prehistórica. Se considera que
las corrientes migratorias siguieron dos direcciones principales: una se
dirigió hacia el Sudeste y pobló el subcontinente indio, mientras que la otra
avanzó hacia el Sudoeste, fraccionándose luego en diversos ramales que
alcanzaron Asia Menor y la península de los Balcanes. Es imposible determinar cuándo
sucedió esto, pero, en cualquier caso sabemos con certeza que, entre fines del
III milenio a. C. y comienzos del siguiente, grupos numerosos de indoeuropeos
se hallaban establecidos en Asia Menor, la meseta de Irán, la península de los
Balcanes, la llanura de Rusia meridional y el valle del Danubio.
ESQUEMA HISTÓRICO
Los primeros grupos indoeuropeos que actuaron como fuerza política en la
historia del Oriente antiguo fueron los que, de la ciudad de Hattusas (o
Hatti), tomaron el nombre de hititas (o hetitas, o Khatti). Hattusas, cuyas
ruinas se han localizado en las proximidades de Bogazkoy, Anatolia central, ya
existía cuando llegaron los hititas. Como toda la región, estaba habitada por
pueblos indígenas dominados por reducidas minorías indoeuropeas que,
probablemente, se infiltraron por el Este.
Estos antiguos pueblos anatolios se designan con el nombre de protohititas.
A comienzos del II milenio a.C., uno de sus reyes, Pithana, se hizo con el
control político de la región comprendida entre el río Halys y el lago Tatta
(actual Tuz Gölü). El hijo de este monarca, Anitta, llevó los límites de sus
dominos hasta anexionarse Hattusas, y se proclamó “Gran Rey”, dando comienzo al
Imperio Antiguo. La política expansionista la continuareon los descendientes de
Anitta, que superaron el Tauro y se extendieron hacia Siria. Hattusil I se
apoderó de Alepo, y Mursil I, su nieto, invadió Mesopotamia y asedió y destruyó
Babilonia. A su regreso, el rey hitita fue asesinado por un pariente, y con
este magnicidio se inició una larga y oscura sucesión de agitaciones internas.
La crisis, determinada asimismo por las inciertas normas de sucesión al
trono, fue resuelta por el rey Telepinu, que estableció reglas precisas. Este soberano
firmó un tratado con el rey de Kizzuvatna, región de Asia Menor muy importante
para las comunicaciones con la Alta Siria y Mesopotamia. Telepinu es
considerado como el último monarca del Imperio Antiguo. Luego siguió un período
incierto y oscuro (20 o 60 años, según las diversas cronologías). En esta fase
se concretó el esfuerzo hegemónico de los hurritas de Mitanni. Solo hacia 1420
a. C. se reanuda una documentación histórica, que sigue de forma continuada los
acontecimientos hasta 1200 a. C., cuando el poderío hitita desaparece de la
historia. A esta segunda etapa se le llama Imperio Nuevo.
A comienzos del Imperio Nuevo, los hititas cosecharon una serie de fracasos
frente a Mitanni. La situación se invirtió cuando accedió al trono Supiluliuma
(1380 – 1346 a.C.), el rey más importante de la historia hitita. Su primer
objetivo fue debilitar y aislar a Mitanni, que desde siempre había constituido
una amenaza para la seguridad del Estado hitita, y un obstáculo para su
expansión económica y política. Triunfó en su intento explotando las discordias
internas de los hurritas, y tejiendo una tupida red de alianzas con los pueblos
asentados en torno a Mitanni. Al mismo tiempo, sometió Alepo, derrotó a las
topas de la ciudad de Kadesh y extendió su influencia a Ugarit, hasta entonces
en la esfera de los intereses egipcios.
En los veinte años que siguieron , Suppiluliuma se ocupó, sobre todo de
Anatolia. El reino hitita se vio notablemente consolidado y engrandecido con la
incorporación del territorio de los kaskas, salteadores del Norte, tradicionalmente
enemigos de los hititas. Pacificada Anatolia, el soberarno fue reclamado en
Siria por los acontecimientos que siguieron a la muerte de Tusratta, rey de
Mitanni. Aprovechando el desorden en que había caído el país, Suppiluliuma
colocó en el trono a un rey de su agrado, Mattiwaza, asegurándose de este modo
la alianza de los hurritas. Conquistada más tarde Karkemish, nombró rey a su
hijo Biyassil, constituyendo allí un baluarte contra el poder asirio. A otro de
sus hijos confió el gobierno de Alepo, para salvaguardar las fronteras con Egipto.
Precisamente de este país, y como demostración del prestigio que gozaban los
hititas, llegó la propuesta de matrimonio entre un hijo de Suppiluliuma y la
viuda del faraón Tutankhamón.
Con los sucesores de Suppiluliuma, entre los que no faltaron soberanos de
notable relieve, coo Murissl II y Muwatalli, comenzó para el imperio hitita un
lento pero progresivo declinar. Las causas de la decadencia no están del todo
claras, pero pueden achacarse a las continuas rebeliones de los Estados
vasallos, en particular de los belicosos kaskas en el Norte, y de los asirios
en el Sudeste. Otro factor sería el desgaste provocado por el conflicto con
Egipto debido al predominio sobre Siria y Palestina. También las crisis
dinásticas y las luchas por la sucesión debieron de contribuir a restar
prestigio y autoridad al poder central.
Mursil II, hijo de Suppiluliuma, además de audaz estratega, fue un hábil
político que, conjurada la amenaza de los kaskas rebeldes, dio al país un
período de prosperidad y estableció buenas relaciones con los aqueos, pueblo
recién asentado en las costas occidentales de Anatolia.
El nombre de Muwatalli está vinculado al nuevo rumbo que tomó la historia
hitita a la muerte de Mursil, determinado opr la gran batalla de Kadesh a
orillas del Orontes (1296 a. C.), en que se resolvió el conflicto con los
egipcios de Seti I y Ramsés II. Celebrado por Ramsés como una gran victoria
egipcia, el encuentro dejó inalteradas, en realidad, las fronteras y zonads de
influencia de ambos contendientes. En este período irrumpieron en aquella
región los primeros contingentes de “puoeblos del mar”. Muwatalli acaso
comprendió el peligro y trató de controlar la situación. Para ello se colocó a
la cabeza de las vanguardias invasoras y las guió a Siria, para dirigirlas
finalmente hacia Egipto. También los egipcios intuyeron la amenaza y se
pusieron a la defensiva, considerando la propuesta de un tratado de paz
presentada por Hattusil III en 1278 a. C. Desde entonces la paz fue respetada,
y en 1266 a. C. Ramsés II tomó por esposa a una hija de Hattusil. Pero el fin
del poderío hitita estaba próximo. Tras el pacífico reinado de Tudhaliya IV,
sucesor de Hattusil, la situación se agravó rápidamente porque los “pueblos del
mar” penetraron en Asia Menos, poniendo fin al imperio hitita hacia 1200 a. C.
Los
pueblos del mar es la denominación con la que se conoce a un grupo de pueblos
de la Edad del Bronce que migraron hacia Oriente Próximo durante el 1200 a.
C. Navegaban por la costa oriental del Mediterráneo y atacaron Egipto durante
la dinastía XIX y especialmente en el año octavo del reinado de Ramsés III,
de la dinastía XX. Algunos estudiosos los hacen responsables del hundimiento de la civilización micénica y del Imperio hitita, a finales del siglo XIII a. C., dando lugar al comienzo de la Edad Oscura, pero esta hipótesis es controvertida. Existen escasos documentos sobre quiénes eran los pueblos del mar, dónde y cómo actuaron. Por otro lado, los antiguos textos suelen narrar la historia parcialmente. La arqueología ayuda a comprender situaciones que pueden contradecir a los textos, pero los datos de las excavaciones son escasos en este sentido. |
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